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En Sudamérica en particular tenemos un gran prejuicio al reconocer que usamos Tinder. Para ser honesta, nunca había usado la aplicación hasta este reciente viaje a Europa. Los resultados podían ser bastante perturbadores, como hombres posando vestidos de Hello Kitty o como Lolita japonesa. Nunca me junté con alguien. Y me di cuenta que ahí estaba la clave: ser claro y específico.